No es lo mismo sentarse unos minutos para hacer una tarea esporàdica, que trabajar todos los días ocho horas sentado en una silla en el puesto de trabajo.

Aunque una silla no produce lesiones, puede provocar una mala postura, lo que unido a estar sentado durante un prolongado periodo de tiempo puede derivar en una lesión músculo-esquelética, que especialmente afecte a la espalda. Además, las posturas de trabajo inadecuadas (entre ellas estar mal sentado) contribuyen a que el trabajo sea más pesado y adelantan la aparición del cansancio, lo que afecta al rendimiento del trabajador.

Para mantener una postura de trabajo correcta, además de tener en cuenta elementos como la mesa de trabajo, es primordial contar con una silla adecuada. A la hora de elegirla, se deben tener en cuenta los cuatro criterios ergonómicos siguientes:

* Asiento: debe ser regulable en altura, así como lo suficientemente ancho para que el trabajador pueda sentarse cómodamente. Para no dificultar la circulación, la parte delantera del asiento deber estar inclinada hacia abajo de forma que no oprima la parte posterior de las rodillas.

* Respaldo: regulable en altura, inclinación y, a ser posible, también en firmeza. Debe ajustarse a la espalda y proteger la zona lumbar. En cuanto a su anchura, debe cubrir toda la espalda.

* Apoyabrazos: es un elemento opcional aunque está indicado para los trabajos que requieren una gran estabilidad de la mano y en aquellos en los que no es posible apoyar el antebrazo en la zona de trabajo. Tienen que ser resistentes y no deben impedir que la silla pueda colocarse debajo de la mesa. Es aconsejable que sean regulables en altura y separación.

* Base: para garantizar una correcta estabilidad, debe tener cinco puntos de apoyo que pueden incluir ruedas, para ofrecer una mayor libertad de movimiento y comodidad para cambiar de postura. Es aconsejable que las ruedas se adapten al tipo de suelo.

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