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Finalmente Eneas Marrull "conocido cronista peruano" lanzó su primera novela "El diablo en mi cama". El presentador principal del libro fue el prestigioso catedràtico de Literatura en la Pontificia Universidad Católica, Dr. Luis Vargas Durand.

Este es el enjuiciamiento crítico de Luis Vargas Durand: Eneas Marrull me ha dicho que su historia —“El diablo en mi cama”—partió de un hecho real, o tal vez dijo que la historia era real del todo. No tuve el ingenio de preguntarle cuánto es inventado, cuánto es la proporción. Mi idea es que este libro se lee con gran regocijo en clave de testimonio, y que esa vieja y fuerte forma literaria tiene en esta novela, cuyo protagonista no tiene por qué parecerse a Eneas Marrull, un estupendo logro. Se trata de una novela cuya narración no se dirige a un desenlace sorprendente. Como la vida misma, la sorpresa bulle permanentemente, y todos sabemos en qué acaba cada día. No voy a adelantar el final. El narrador lo declara desde las primeras páginas. Desde mi punto de vista se trata de un libro que sirve de blanco a un protagonista. Y ese protagonista es lo realmente interesante. Es el sobrenombre, Carlos, obsesionado por una joven, Lili. Pero no se trata de un apasionamiento corriente. Creo que podría decirse que Carlos está serenamente obsesionado. Evidentemente esto es una contradicción en los términos: o se está obsesionado o se está sereno. Carlos, sin embargo, se yergue verosímil. Convence. Para algunos, seguramente, mi interpretación será discutible, esta posibilidad de que el papel principal no sea el de Lili sino el desempeñado por Carlos. En el título, quien figura es el diablo, aunque explicitado como el diablo en mi cama. Puede quedar la duda de si el protagonista principal va a ser el diablo, o el dueño de la cama. Pero, prácticamente, en todas las páginas del libro, el narrador está hablando de la diabla Lili. Así es que seguramente son válidas las lecturas que la hacen centro del relato. Aunque matizaré, a favor de mi lectura, que de ella sabemos desde las primeras páginas, que es una diabla, una diablesa. Y eso instaura con el lector, algo como un contrato de cómo debe leerse el libro, un contrato implícito que dice que Lili es una diabla. Los lectores podemos esperar lo que sea de ella.

En cambio, hablemos de Carlos, el narrador. Se trata de un personaje de rasgos extraños. Yo diría una especie de último hombre libre. La palabra extraño en realidad no es nada apropiada en este contexto. Nace de circunstancias particulares que pueden confirmar que es una situación peculiar la suya: vive en una habitación, vive solo. No hay idea cierta en el libro de su edad. Pero sabemos que ya lleva divorciado varios años.¿Se trata de un protagonista verosímil?. Sin conocer a Eneas Marrull puedo ser un buen juez al respecto. Pienso que su personaje es absolutamente creíble. Es un personaje que entre una de sus características esenciales está el cinismo, pero de un modo que yo llamaría cordial. ¿Cómo es la visión del mundo de Eneas Marrull? Por ejemplo, para darnos una idea, ¿qué sabemos de lo que él piensa del mundo? No hay mucha información al respecto. Uno de los pocos lugares donde se emociona por varias páginas y dice muchas cosas interesantísimas es para hablar de la comida. Y además para hablar mal de la comida. Apenas si por unas tres o cuatro líneas dice algo contra los políticos que es muy consabido. Pero el protagonista no es un ser abúlico, ni mucho menos deprimido. Es un hombre con una meta, con un objetivo, pues si las cuestiones habituales lo tienen sin cuidado, en cambio, en alguna medida, su obsesión permanente es la persecución de esta mujer, de la cual muy pronto se convence que es una personificación del diablo. Y podríamos decir que si hay algo que le preocupa es el diablo. Tengo una pregunta que me he estado haciendo, y para la cual no hay una respuesta suficiente. En algún momento creí, me pareció, que podía ser el diablo la literatura. Pero mezclando lo poco que sabía de Eneas Marrull, podría comparar su largo peregrinar para haber llegado a la novela, con el largo peregrinar de Carlos para llegar al diablo, es decir el largo peregrinar de Eneas Marrull para llegar a la literatura, que viene a ser el diablo. Pero luego me han sugerido que el diablo es Eneas. Y por ahí creo que propondría una lectura más interesante. Tengo dos observaciones cojas, incompletas, que creo podrían dar más de sí. La primera es sobre el escritor y su falta de respeto a las instituciones tutelares. Bueno, en realidad tampoco fue el autor sino el narrador del libro. Una primera idea que puedo sostener sobre este libro es que puede leerse como una revisión, o mejor una subversión, a lo que solemos considerar literatura. Por eso, desde el inicio, en la página tres del libro, el narrador, que está esperando a una joven deslumbrante, se estrella contra una joven que es un deslucido personaje, “de marcado aire provinciano”. Lo dice resaltando la malicia. Y dice el narrador que debe aplicar una segunda mirada para salvar la realidad. Y continúa: “Pero eso no bastó para evitar que se me cayera la expectativa por conocer los turbadores encantos de una alumna fatal”. Quiero que piensen sobre las tres líneas que siguen: “¿Era esto —me dije— lo que hacía perder la integridad y la imparcialidad a sus catedráticos? ¿Qué clase de universidad era ésta? ¿A qué sórdido linaje de esperpentos pertenecían estos profesores para profanar no ya la moralidad sino el buen gusto?” Finalmente quiero terminar con algo que no es una afirmación, sino es un ruego. Eneas, siga usted contándonos la vida de Carlos. Sepa usted que ha contraído una deuda con sus lectores presentándonos a Carlos. Y esa deuda se la vamos a cobrar.