La tasa de natalidad cae por debajo del nivel necesario para mantener la población estable, con todas las consecuencias socioeconómicas que ello implica. El invierno demográfico ha pasado de ser un término sociológico a toda una realidad social en nuestro país.
En este sentido, según el último informe presentado recientemente por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) junto con el Ministerio de Sanidad, en 2022 nacieron unos 39.500 bebés, un millar menos que el año anterior. Una cifra que contrasta con el creciente número de nacimientos gracias a técnicas de reproducción asistida, que se sitúa ya en un 12%, el mayor porcentaje registrado hasta la fecha. "Somos conscientes de la drástica caída de la natalidad que estamos experimentando en los últimos años, así como de la realidad social que mueve a las mujeres y parejas a postergar el momento de formar una familia. La medicina reproductiva se ha convertido vital no solo para los sueños de quienes desear formar una familia, sino para la estabilidad demográfica del país", comenta Nicolás Naranjo, CEO de IVI RMA para la región de Iberia y Latinoamérica.
Uno de los factores que más influyen en la caída de la natalidad es el creciente retraso en la edad media de las mujeres para tener su primer hijo, que actualmente la SEF sitúa en los 32,6 años. Según los expertos, la natalidad española no solo está en mínimos, sino que tenderá a seguir cayendo en los próximos años.
Además, cada vez se viven más años, por lo que las consecuencias del invierno demográfico se complican aún más: la nueva foto social de más longevidad y menos nacimientos afecta directamente a la presión del mercado laboral, la sostenibilidad del sistema de pensiones, crecimiento económico y fiscal o prestaciones sociales… por no mencionar unos nuevos modelos de familia mucho más reducidos que dificultan la conciliación tanto en la infancia como en la vejez.
Cómo se ha llegado a esta situación y posibles soluciones
En este sentido, una encuesta realizada por IVI apunta hacia la falta de estabilidad económica o laboral (60%) y la priorización de otros ámbitos de sus vidas (30%) como motivos principales a los que los encuestados señalan como causa principal del retraso de la maternidad.
Ante la pregunta de posibles soluciones para cambiar la curva del invierno demográfico, destacan, además de la tan ansiada conciliación y estabilidad económica, la necesidad de una mayor concienciación sobre la infertilidad (60%) o la colaboración público-privada en medicina reproductiva (36%).
"La realidad es aplastante: La natalidad cae, la sociedad evoluciona y exige adaptaciones. Creemos que a nivel social y político los esfuerzos serán más efectivos en tres áreas: por una parte, reforzar la educación sobre la pérdida de fertilidad a través de la atención primaria y por otra, fomentando la preservación de óvulos. Y por supuesto, hablando abiertamente de la reproducción asistida para ayudar a desestigmatizar el buscar ayuda, de la misma manera que se viene logrando en salud mental", concluye Naranjo.