Los 'Alojamientos de Turismo Rural Dehesa Boyal' en Mariana, Cuenca, obra de G+A Arquitectura (Constantino Antolínez, Eduardo Herrero y Raúl Cardo) se llevaron el premio en la Categoría 1: 'Obra Nueva Otros Usos' en la segunda edición de los Premios de Arquitectura y Urbanismo del COACM, ex aequo con otros dos proyectos.
El fallo del jurado definía con precisión la naturaleza y ejecución del proyecto: "la disgregación del programa integra el paisaje, utilizando un lenguaje contemporáneo". El premio lo recogían, en el MUPA de Cuenca que acogía la presente edición, Constantino Antolínez, Eduardo Herrero y Raúl Cardo de manos de Patricia García, presidenta de la demarcación de Guadalajara del COACM.
Antolínez daba las gracias al COACM por el premio, expresando la satisfacción de haber sido reconocido "por otros compañeros, con lo difícil que es eso". En este mismo sentido, Eduardo Herrero puntualiza que "quienes saben de arquitectura pueden valorar, de manera integral, los múltiples aspectos de un proyecto".
Herrero pone en valor los premios recuperados. "Parece que Castilla-La Mancha se queda atrás de todo. Estos premios, y la calidad de la arquitectura que han distinguido, demuestran que no siempre es así", afirma. En todo caso, el arquitecto reconoce que "en nuestra región hay menos proyectos que en otras, y que, además, la promoción privada ni abunda, ni está tan dotada económicamente como en otras comunidades, por lo que las obras más significativas, son las públicas".
El Hotel Paisaje de Mariana es distinto. "Hemos tenido la fortuna de que un cliente particular, con prespuesto, nos haya permitido desarrollar una obra abstracta, dejándonos trabajar", afirma.
El promotor es Ecoresort Dehesa Boyal SL. Detrás está el empresario Ricardo de Marco (Grupo Prhomarco), que se dedica a la construcción de prefabricados de hormigón, en la misma localidad de Mariana. "En este caso, excepcional, el cliente no solo nos ha permitido ejecutar un proyecto singular, sino que ha aportado ideas interesantes", dice Herrero en alusión a que en muchas ocasiones las mejores y más originales ideas arquitectónicas "sucumben ante la practicidad, la falta de recursos económicos, la incomprensión o por una mezcla de todas estas circunstancias".
Nada de esto ha ocurrido en este Hotel Paisaje de Mariana. "La propiedad nos ha dejado trabajar con libertad, por lo menos exteriormente, y el conjunto cumple con la idea original", sigue.
El proyecto realza, incluso, un espacio natural de indudable belleza, como es la Dehesa del Boyal, en plena Serranía de Cuenca. G+A Arquitectura ha cuidado cada detalle para que la acción arquitectónica sea sutil. Así, el complejo integra en la naturaleza 16 construcciones de pequeño tamaño (12 alojamientos y cuatro edificios de uso comunitario), realizadas con materiales que se mimetizan con el entorno (madera, hormigón y piedra). Los módulos de alojamiento son de dos tipos: estándar de 50 m² y de tipología ampliada, con 56 m². La superficie total construida es de 872, 63 m². Todos ellos son rectangulares, puesto que, según explica el arquitecto, "las formas cognoscibles, como rectángulos o esferas, funcionan mejor en la naturaleza". No hay apenas transformación de la orografía. Las construcciones aprovechan las pendientes, y, simplemente, se apoyan sobre el terreno.
Todos los módulos están separados del suelo, flotando, sin tocar el terreno, dejando que la naturaleza los arrulle incluso por debajo de la construcción. "En este proyecto, el lugar en el que se emplaza importa mucho. Los elementos están dispuestos para que no interrumpan la contemplación del paisaje y generen la sensación de estar en medio del campo, en plena naturaleza, pero con las comodidades de un hotel de cuatro estrellas", explica Herrero con respecto al exterior.
En el interior, la orientación de los apartamentos les da vistas hacia el Júcar. El gran ventanal de cada uno de ellos es una enorme pantalla hacia el cambiante paisaje de la arboleda del río. Uno de los elementos singulares de cada módulo es la terraza: un anillo de hormigón de 14 toneladas. "Es la firma del promotor", explica Herrero. El resto es acero, paneles de sandwich con aislamiento y un recubrimiento exterior de madera natural. Todo ello contribuye, con una arquitectura más liviana, a generar un espacio interior agradable. "Cuando llega el otoño, la chopera adquiere tonos ocres; se descubre en invierno, y se muestra de un verde intenso en verano, marcando las estaciones del año", explica el arquitecto.
El complejo cuenta con una sala de usos múltiples, que puede hacer la labor de aula de la naturaleza, para actividades educativas infantiles, o también de pequeña sala de conferencias, en un marco incomparable. También hay tres módulos más de uso comunitario a la entrada.
Con todo ello, el complejo se está convirtiendo en un referente para las actividades relacionadas con el medio ambiente en la comarca, pero también en un refugio donde escapar de la rutina diaria que se sirve del mejor recurso disponible: el paisaje, al que trata con el máximo respecto y cuidado, como una parte esencial de su diseño. "La arquitectura puede mejorar cualquier paisaje. En este caso lo mejora, no estropeándolo en absoluto. Se integra gracias a elementos pequeños y disgregados", termina Herrero.