De sobra es conocida la vinculación entre Santa Teresa de Jesús y la ciudad de Salamanca, así como con la villa de Alba de Tormes. No tanto, sin embargo, su estrecha relación con la Casa de Alba, que ahora, gracias a la apertura al público del Palacio de Monterrey el próximo 10 de mayo, podrá ser conocida por todos los visitantes.
Baste como ejemplo que la Casa de Alba conserva uno de los 3 juegos de llaves con los que se custodia el sepulcro de la impulsora de la reforma de la orden de las carmelitas hasta la fecha. Este juego de 3 llaves, que hasta esta semana ha permanecido en el Palacio de Liria, acaba de ser trasladado al Palacio de Monterrey, donde se exhibirá permanentemente a partir de este momento.
Según reza en los documentos del convento carmelita de Alba de Tormes, fundado por Santa Teresa en 1571, "las llaves del sepulcro son diez: tres tiene la comunidad, otras tres el Excmo. Señor Duque de Alba, otras tres Nuestro Reverendo Padre General [en Roma], y una del arca interior de plata el Rey nuestro Señor".
Así pues, cuando el Palacio de Monterrey se abra al público el próximo 10 de mayo, todos los visitantes podrán contemplar este pequeño tesoro, que se ubicará en el salón verde de la primera planta. Las llaves, que se corresponden con los cierres de la reja exterior del camarín del sepulcro, están enmarcadas junto a otros pequeños objetos vinculados a la Santa en una pequeña pero histórica vitrina.
Según ha explicado este martes durante la presentación de este juego de llaves en el Palacio de Monterrey el historiador y miembro del departamento de Bellas Artes, Archivo y Biblioteca de la Casa de Alba, Álvaro Romero Sánchez-Arjona, la custodia del sepulcro de Santa Teresa fue necesaria debido a que, dada la veneración por la Santa, comenzaron a producirse algunas sustracciones de partes del cuerpo para reverenciarlos como reliquias.
Además, Romero Sánchez-Arjona ha destacado que, junto con las llaves, también se incorpora al Palacio de Monterrey un documento fechado en 1585 procedente de los fondos documentales del Conde Duque de Olivares titulado ‘Relación de cómo fue hallada la Madre Teresa de Jesús al tiempo que la trasladaron a la ciudad de Ávila’. Este documento, que hasta ahora se encontraba en el archivo ducal de la Casa de Alba, describe detalladamente el estado incorruptible en el que se encontró el cuerpo de la Santa.
Por su parte, el concejal de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Salamanca, Julio López, ha señalado que este será un nuevo atractivo turístico para el visitante a partir del próximo 10 de mayo, ya que el edificio no sólo alberga obras de arte de primer nivel sino que, en sí mismo, es ejemplo y referente del plateresco español. En ese sentido, ha destacado el trabajo realizado por el Ayuntamiento en la recuperación y puesta en valor del patrimonio salmantino y, concretamente, en el Palacio de Monterrey, en cuyo proceso de rehabilitación ha participado ampliamente.
Una historia de amistad y veneración
La relación entre Santa Teresa y la Casa de Alba se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando llegó a fundar 17 conventos gracias al apoyo y la ayuda económica de, entre otros, los entonces Duques de Alba.
A partir de entonces y hasta su muerte, Santa Teresa forjó una gran amistad con la duquesa de Alba, quien la llamó en 1582 para que acompañara en el parto a la joven duquesa María de Toledo, tercera mujer de su hijo. Cuentan que Santa Teresa llegó a la villa de Alba el 20 de septiembre y que, al conocer que ya había nacido aquel niño (que moriría pronto, exclamó: "¡Bendito sea Dios que ya no será menester esta santa!". Ella murió a los 67 años quince días después en el convento de Alba, donde fue enterrada. Meses después, sin embargo, las carmelitas trasladaron su cuerpo a Ávila y no fue hasta que intervino el Papa Sixto V (por petición expresa de los duques de Alba) cuando sus restos volvieron al convento.
La vida de Santa Teresa también estuvo estrechamente vinculada a Salamanca, ciudad a la que llegó en 1570 y donde creó la séptima de sus 17 fundaciones. Aparte del Palacio de Monterrey donde se expondrán ahora 3 de las 10 llaves de su sepulcro, son numerosas las huellas que de su vida y obra han dejado en la ciudad: la casa de la calle Crespo Rascón donde vivió, la Universidad Pontificia, la Catedral o el convento de San Esteban, donde los padres dominicos prestaron ayuda a Santa Teresa de Jesús durante su estancia en Salamanca y en la que está el sepulcro del tercer duque de Alba.