Cada año, un ciudadano europeo genera unos 14 kilos de la llamada “basura tecnológica”. Una cifra que seguirá aumentando, según las previsiones de los expertos en reciclaje y en tratamiento de residuos como Arcediano Recuperaciones. Gestionar correctamente estos residuos contribuiría a un mayor aprovechamiento materias primas muy escasas y valiosas. Se ahorrarían además recursos naturales, agua y energía y se reduciría el impacto sobre el medio ambiente y la salud.
Las empresas dedicadas a la gestión responsable de residuos recomiendan a los productores asumir, entre otras obligaciones, el diseño y producción de los aparatos de forma consciente. Es decir, que no contengan sustancias peligrosas en cantidades superiores a las determinadas por ley. Además ha de facilitarse su desmontaje, reparación, reutilización y reciclaje.
Los residuos electrónicos como los móviles o los ordenadores tienen que recogerse de forma selectiva y gestionarse convenientemente desde un punto de vista ambiental. Por descontado, en esta cadena los consumidores también juegan un papel destacado. Han de poder acceder a un etiquetado apropiado que les indique por ejemplo que la basura tecnológica y las pilas no pueden ser eliminados junto al resto de basura doméstica. La electrónica ha de recogerse de forma diferenciada y por eso los productores deben marcar sus productos con un símbolo de contenedor tachado para facilitar la tarea al consumidor de sus productos.
Los expertos insisten en que, en el caso de los móviles, hasta el 90% de sus componentes son reciclables. En España a día de hoy hay 47 millones de teléfonos móviles operativos, una cifra superior al número de habitantes. Cada año se dejan de utilizar unos 20 millones. Esta cifra tan alta permite al consumidor hacerse una idea de lo importante que es desechar estos residuos de forma adecuada.
Por todo lo anterior, empresas como Arcediano Recuperaciones dedican parte de su actividad profesional a insistir en la importancia que tiene la recogida de chatarra electrónica. Son conscientes de que se trata de un ámbito del reciclado que en España aún se sigue sin gestionar adecuadamente, al menos a la luz de los datos que arroja la Unión Europea y que sitúan al país en una posición manifiestamente mejorable.