El consumismo compulsivo del sector textil fue lo que motivó a tres jóvenes madrileños a querer crear una marca de ropa ‘slow’, que combatiera lo efímero, lo común y estandarizado de la industria de la moda actual. Con estos propósitos, en 2013 se creó la idea de Soller Supreme, una marca que quería ofrecer un producto único, de calidad y sin fecha de caducidad.
Así, en mayo de 2014, gestada desde el salón de una casa en Madrid por Martín Mosquera, de diseño y programación web; Sergio Mosquera de logística y compras y Marcos Pereira, de marketing y ventas, Soller Supreme sale al mercado como una alternativa con productos únicos: todas sus prendas son especiales. De hecho sólo realizan ediciones limitadas, 100% made in EU, y cuidando todos los detalles creando una prenda extraduradera. “Creemos que en la moda existe cierta obsolescencia programada. Por eso, creamos nuestras prendas sin fecha de caducidad”, explica Pereira.
El éxito de la idea ha llevado a los tres jóvenes a aumentar considerablemente la producción, sin sacrificar el concepto inicial de exclusividad. Ahora, tras la buena despegada en 2015, tratan de estrenar periódicamente pequeñas colecciones nuevas, limitadas a 150 unidades por prenda.
Todo el proceso de creación de la marca intenta conservar la filosofía inicial del proyecto, que empezó con muy pocos recursos y una inversión inicial de apenas 1.500 euros. “Empezar con pocos recursos nos ha obligado a aprender sobre cómo hacer las cosas de forma diferente y más económica como, por ejemplo, diseñar nuestra propia web de forma autodidacta”, según Martín Mosquera.
Ahora, a pesar de su éxito creciente, la marca sigue manteniendo su esencia de alta calidad a un precio asequible. Y es que Soller Supreme, que nació como una empresa de moda basada en el ecommerce, ha conseguido una gran acogida a nivel online; tanto, que el 20% de su facturación total ya es internacional, destacando los envíos a Alemania, Francia, Italia y Suecia.
Los productos de Soller Supreme se basan en una idea universal, aunque precisamente lidian contra la uniformidad de la moda global: en base a la falta de originalidad buscan lo único y lo exclusivo, pero al alcance de todos. Estas prendas de calidad extra nacen de un rechazo a lo efímero de las marcas tradicionales que buscan un consumismo más compulsivo.
Por ello, esta marca slow le da mucha importancia a todo el lifestyle que se genera alrededor de la prenda como tal y no sólo como producto. Así, cuidan todos los detalles del proceso de venta, desde que el cliente entra en la web hasta que recibe el pedido en casa, con lo que consiguen una alta fidelización. “No sólo vendemos un producto, desarrollamos un lifestyle que consideramos único”, explica Sergio Mosquera.